domingo, 17 de julio de 2016

Recuerdos a orillas del mar.


Hay una suave brisa con un cielo cubierto, de fondo el cantar de las aves en un nuevo día, el mar ruge rompiendo en las rocas con tal fuerza que las piedras en arena convierte. Mientras sus ojos lo miran, como si a cada golpe de ola su alma en ella estuviera, sus pies se hunden en la arena ya no un ritmo de antaño si no como un animal herido, no por una batalla si no por cientos de ellas. Cada cierto tiempo sus ojos enrojecen y humedecen, como si con ello recordara algún momento de su vida.  Que vida aquella, mientras otros al sonido de la música cantaban y bailaban, el se debatía en una cumbre junto a Jaime, la sed los consumía y el cansancio les partía el cuerpo como esa ola al golpear las rocas. A mitad de camino Jaime cae, su cuerpo no da más, él no esta mejor, lo tiende en la ladera cubierta de escoria de un color gris, hay una sensación de frío aquella tarde, sus manos toman a su compañero lo acomodan, como un hermano, su cuerpo herido quiere igualmente caer, pero no puede. De su vieja mochila, que carga como si fuera parte de extrae una carpa, de esas que cada daño que tienen hablan de una vida de desventurada pero llena de pasión.Sus manos heridas la acomodan en la ladera, cada piedra sirve, el sudor cae y baña sus manos, sus ojos solo miran lo que debe hacer, no ven el azul infinito que los rodea, el majestuoso lago que se retrata al fondo y más abajo, ni parecen apreciar el Cóndor que majestuosamente los observa desde el aire. Se mueve rápido, ya la arma y en segundos saca de su compañero el saco, algo sencillo pero útil para ese día, como puede lo coloca adentro, así mismo con las escasas fuerzas hace lo mismo con su amigo, lo protege al interior y lo abriga.  Su cuerpo late muy fuerte y el de su compañero muy despacio, se sienta, saca de sus cosas una lata y un bracero, allí la calienta por un tiempo, que no mide pero que le permite mirar a su alrededor, sabe que están solos, muy solos. Ya hierve, con cuidado levanta la cabeza de él, le da comida como un bebe, cucharada tras cucharada pero su cuerpo come pero sus ojos no se abren, así  hasta vaciar la lata. Ya no da más, su cuerpo simplemente cae en la arena y el de su compañero en la carpa. La noche los cubre, su cuerpo esta muy cansado para sentir frío o cansancio, simplemente reposa en la ladera inerte, pero con vida. La noche parece ser larga, pero el sol llega como la calma precede al temporal.   Siente en sus labios, el sabor caliente de una sopa, una mano que toma su cabeza y su cuerpo protegido del frío, su compañero recuperado lo a cobijado como su hermano.  El frío y el cansancio se acabaron, sus equipos en la espalda nuevamente están y ahora cada paso en el costado de esa montaña es para seguir subiendo.
Sus ojos seca, su cuerpo ya no es el mismo, pero su alma no ha cambiado solo se ha adaptado. El viento aumenta y las olas mas fuerte golpean, el mira no con preocupación, si no como un lobo que ve como ir a través de la tormenta.

lunes, 4 de julio de 2016

La vida y una hoja.



Mientras observo el árbol de la entrada de mi casa, y recuerdo la conversación con mi hija, no dejo de pensar en la vida. Ya ha pasado el otoño, pero aún hay unas pocas hojas que no han caído, en eso una que quedaba en la parte superior se desprende, cae suavemente en un vaivén, que golpea ramas y una que otra hoja, así desciende como el reflejo de la vida, con golpes suaves y otros fuertes, a veces descendiendo perfectamente otras no tanto, desprende algunos pedazos al golpearse, como lo es la vida al dañarse o perder algo, el viento la mueve como si la quisiera alejar del tronco, como la separación de la familia en busca de un nuevo destino. La lleva por la arena, por los prados hasta un pequeño árbol donde arrima, seguramente se pudrirá y convertirá en abono para ese otro árbol, así como la enseñanza que le dejamos a nuestros hijos e hijas y seres queridos. Se transmite la vida en pequeño gestos y actitudes, y al ver la rama del árbol me doy cuenta que me cuesta distinguir de donde venía aquella hoja, así veo que aunque creamos que somos importantes en la vida debemos ser humildes, pues probablemente no fuimos tanto creímos. Si no, que fuimos parte del proceso de la vida como todo el resto y finalmente nos descompondremos como todos, para dar energía a las futuras generaciones.
Esa simple hoja, que algún día tuvo verde intenso y fue flexible como una pluma, hoy es de color café y quebradiza, no es que no sirva, pero ya cumplió su vida y da espacio a nuevas hojas en el árbol de la vida.


Buen día a todos.

por Daniel Malfanti.

viernes, 1 de julio de 2016

Letras, palabras y escritos




Letras, palabras, escritos y oraciones, leo y observo, me imagino tus manos tecleando cada una de ellas y tu sonrisa como si con ello fueras a dañarme, letras que solo demuestras que nunca me conociste y nunca me has conocido, escribes desde la más completa ignorancia, opinando con tal liviandad que tus palabras flotan sin necesidad de una brisa calma, ligeras y sin contenido, como si fueran una pluma sin tinta......nada que puedan dejar en el papel y que con el paso del sol se evaporen y este quede limpio como si nada los grabara.  Es más, en la soledad donde hay tiempo de armonía y relajo no existe un momento en que vengas a mi mente, es como si nunca exististe, algo vacío y sin contenido....cada palabra tuya busca daño y desprecio, como si lograr destruirme fuera una victoria....que distintos somos y fuimos, mientras tu buscas eso y quién sabe que más, yo busco la paz y el futuro, un camino turbulento quizás, pero digno de ser contado, no por intentar destruir a alguien o algo, si no por edificar donde nadie pudo.

Ante tus palabras, no tomo más que momentos de libertad de pensamiento, mirar donde nadie a mirado, y sentir donde nadie a sentido, como un beso inesperado o una caricia desprevenida, o simplemente ver como una hoja desprendida de un árbol cae con tal liviandad que siento estar en el mar, en mi último buceo esperando que la vista se nuble tras el último suspiro. Así descansar, aunque sea un momento antes de partir a una nueva aventura.
por Daniel Malfanti.


sábado, 25 de junio de 2016

Calidad en tiempos de Marejada.

La calidad en tiempos de ajustes y un escenario económico complejo es muchas veces dejada de lado bajo la cultura de las tres B (Bueno, Bonito y Barato), por lo cual tanto en las solicitudes de servicios y productos uno se ve enfrentado al dilema de quedar fuera de muchos negocios, debido a que bajo el prisma de empresa seria, se sabe que un producto y servicio que no es de calidad solo puede durar un corto tiempo antes de una nueva falla o la necesidad de repetir un servicio más veces de lo que debería ser requerido.  Es por ello que en estos tiempos es más que nunca importante cambiar el paradigma al de Calidad, Eficiencia y Precio Justo, (CEPJ o CEP), evitando así que en una época de recursos escasos , las fallas y servicios repetidos  tengan repercusiones más serias en los negocios.   Esto plantea que en este tiempo es cuando más una empresa debería buscar la calidad al precio justo y con una eficiencia alta, para así estar segura en lo que tiene y en lo que hace.

Así con el CEPJ, evitar hundirse mientras se encuentra en espera de tiempos mejores.

Daniel Malfanti.

miércoles, 15 de junio de 2016

Simplemente tú.





La niebla lentamente se va, la humedad queda como el sabor a tus besos de ayer y el sol brilla como tus ojos cuando sonríes, aunque el frío prevalece, los recuerdos de tú mirada me calientan como las brazas de ese fuego de montaña a medio camino de luchar por la cumbre de un volcán. Aunque la brisa es suave siento en mi cara ese olor de miel que me irradias al hablarme con coquetería de tus deseos, que besos me dabas....mi corazón latía como si fuera el último beso de mi vida.

Mis heridas por este momento cicatrizan, solo dejando marcas pero desapareciendo de mi mente, como si la dulzura de tus manos fueran las de una hechicera que sana todo, aun la más profunda de todas.

Siento tus besos y tus manos buscando mi dolor, aunque ahora no estés a mi lado.  Sueño con cerrar mis ojos con tu recuerdo, con tu dulzura y tu sabor de piel imborrable de mi mente, irme a descansar con lo más bello que me paso en la vida, que fuiste simplemente tú.



domingo, 1 de mayo de 2016

Sin Musa no hay Poesía.


Dicen que la lejanía y el mar transforman la mente en una caja de añoranzas y sueños, muchas veces perdidos en el infinito mental, pero no por ello dejan de ser invaluables para quienes los tienen, es así que las palabras brotan como las flores después de una llovizna escasa en el desierto florido....llenas de colores con pétalos fuertes como si fueran a vivir una eternidad, pero sin ser cuidadas en las extensidades de la arena y la sequedad se ocultaran en corto tiempo, no sin antes en ese momento de felicidad compartir la grandeza de la vida con sus semillas que el viento expandirá hasta que otra agua del cielo vuelva a caer...... como ese beso que da un hombre de mar en los labios de esa mujer que deja atrás.... y que cada atardecer y amanecer recordara con el corazón envuelto en el calor de aquel beso que quizás jamas volverá a disfrutar.

Mientras el mar lo golpea una y otra vez, y el azul infinito lo rodea como un manto sagrado, no puede evitar ser lo que es, a pesar de sus besos y caricias añorar, su alma fija en un lugar no puede estar.  Es como un lobo que por más que se desee domesticar su espíritu salvaje jamás se dominara, siempre querrá volver a las estepas.
El viento lo golpea en medio de un sol abrazador, los cactus de la costa apenas con un verde tenue se mecen suavemente como sus manos al bailar bajo la música de un viejo piano que  toca "a time for us", la blancura de las casas le recuerdan su sonrisa permanente como si fuera con ella a abrazarlo y cobijarlo.
Su ojos de Musa son como caramelos de chocolate lo seducen cuando lo miran fijamente, aunque los esquiva no puede dejar de mirarlos... ella lo sabe pero duda.

Por eso bajo la brisa de esta isla volcánica de las costas africanas, una extensión de Europa en su avance, al ver como se mueve la escasa vegetación en un danza de sensualidad y coqueteo con la brisa marina, la poesía brota al recordar como ella se mueve al ritmo de la música y al sentir la humedad del mar, viene a la mente sus labios en esos besos largos y apasionados...

Si, sin Musa no hay poesía, y sin poesía no hay sueños ni esperanza.

lunes, 7 de marzo de 2016

Describirte me desconcierta




Sus manos se movían al son de la música, con tal suavidad que sus ojos no dejaron de verla, cada movimiento era como la chispa de una fogata en una noche helada, esa que cobija a un viejo explorador destruido por el frío, con un cuerpo maltratado por la vida. Ese calor que imagina le llega al alma, esta lejos muy lejos, sus ojos se humedecen de solo recordarlo, más la vida lo consumió como esa chispa de aquella fogata soñada. Ella se sigue moviendo como esa flor roja de ese jardín perdido en aquella montaña, no puede dejar de verla, ella sonríe con tal ingenuidad que le hace latir su corazón con tal fuerza que sus piernas lo levantan, aunque fuerzas no lo quedan, pareciera un fantasma que camina a su último destino, pero sus ojos vuelven a brillar como antaño, cuando comenzó ese viaje sin retorno. Ella mueve sus caderas como queriendo seducir al mundo, como si su cuerpo flotara en el aquel lugar, sus manos son de tal suavidad que contrastan de tal forma con ese viejo explorador que más pareciera un sueño sin destino. Él hecha sus cosas a la espalda, golpea con el pie las pocas cenizas que quedan, mira atrás a lo lejos solo se ve un resplandor en el cielo, una lagrima cae en su mejilla, pero su corazón late fuerte queriendo ocultar el dolor, sus ojos dan un pequeño parpadeo, como dando un adiós, su mano apoya duro su bastón en la tierra y gira hacia la oscuridad, cada paso lo aleja de esa mujer que lo hizo soñar, sabe que debe dejar todo atrás... no por no amar si no por ir a donde debe ir.

...

Describirte me desconcierta
Pensar en ti me ilusiona
Recordarte me encanta.

Daniel Malfanti.

jueves, 18 de febrero de 2016

Un cumpleaños, el mar y sueños.

Hoy bajo un sol radiante e intenso, con una brisa suave, la cual no logro distinguir de donde proviene,  alegra el día. Después de jornadas complicadas pero no por ellas buenas, el tiempo esta a mi favor, que agradable se siente, no se cuanto dure pero es grato. Es así que desde mi terraza al escribir estas letras no dejo de pensar en ese día algo complejo, ya sin nada en los bolsillos, más que migajas  y muchos sueños, pero con mis manos endurecidas por el trabajo, no esperaba más que una copa de vino con vista al mar en solitario. Pero quizo el destino que como por arte de magia todo se solucionara, gracias a la ayuda de amigos, los cuales sin pedirles nada lo hicieron posible. Las migajas se transformaron en esperanza y los sueños en pequeñas realidades, no importa cuanto se sude o no se pueda dormir, el camino de los sueños, es como navegar el mar. 
Navegar ese horizonte azul sin poder apreciar el destino, es la carta que lleva un navegante como hoja de ruta, en la cual bajo las luces de las estrellas le entrega una posición estimada, solo estimada pues no es exacta, como la vida misma en la realidad. Así fue ese día, como navegar en un mar azul, solitario, pero intenso, a veces oscuro... pero con el paso de los momentos aparecen las estrellas que te guían y no te dejan solo.

Más con la oscuridad iluminada por las estrellas añoro esos besos perdidos y ausentes, esas caricias suaves y candentes, y esa mirada tierna y lujuriosa... en un día como ese... pero al sentir esta brisa se que es posible repetirlos, es cosa que pasen momentos y situaciones, todo a su tiempo....calma y paciencia. 

Que buen vino lleno mi copa muchas veces esa noche, compartí historias a orillas del mar con amigos, de esos que te acompañan en las más locas aventuras, esas que parecen que no tendrán retorno...

Así un buen vino a orillas del mar se transformo en los sueños de la ruta a navegar en el futuro...

Buen día, recuerden soñar e ir tras sus sueños, nada es perfecto, pero esa imperfección es lo que condimenta la vida.


Daniel Malfanti







lunes, 15 de febrero de 2016

Un solo diving, un buceo solitario un 14 de febrero.

Sumergirse es quizás una de mis más grandes pasiones, tomar una línea que he fondeado con un ancla, para dejar mi bote en busca de un nuevo mundo o una nueva forma de relajo, ha sido en el último tiempo el camino que me ha dado una gran tranquilidad y me ha enseñado a actuar con calma, sabiendo que muchas veces por correr o actuar apresuradamente uno se demora más que si lo hace más lento.

Es así que en el día de los enamorados, después de hacer clases de buceo tuve la oportunidad de sumergirme solo, en un día con una briosa suave y un sol muy fuerte, a pesar de que en esta época  la visibilidad no es muy buena, el mar me regalo una visibilidad de más de 15 metros, una maravilla en este mar. 


Mientras descendía tomado del cabo blanco que se perdía en la profundidad del mar, mi cara no dejaba de ocultar la alegría que tenía, quizás como aquel primer beso que le di a aquella hermosa joven de tiernos años, cabello castaño y unos ojos café muy profundos e intensos, fue una sensación de unidad muy potente. Mi mano sigue suavemente tocando el cabo, ya veo el fondo y con la gran visibilidad del día puedo ver esa vida oculta que antes no apreciaba, la arena esta llena de cangrejos de muchos tipos, ademas de estrellas y unas mini langostas o mejor dicho pateadores, que con sus colores potentes me dejan impresionado.  Llego al fondo, mi equipo que no emite burbujas un JJ-CCR, me da ese silencio que me recuerda viejas documentales del Calypso. 

Comienzo a recorrer y apreciar el fondo, me acompañan unas medusas y un par de pequeños Mola-Mola o peces Lunas. No puedo dejar de pensar en ella al mirar esta maravilla, cuantas veces me acompaño recorriendo las profundidades, con sus ojos muy abiertos y esos movimientos meticulosos  bajo agua, que dejan ver su entrenamiento en la danza. 

Sigo avanzando, cada vez más profundo y algo más fría el agua, tengo poco tiempo mis compañeros me esperan en el bote, en eso encuentro lo que se ha caído, lo amarro al ancla y voy a ver unos restos náufragos  que están más lejos, esta visibilidad me los ha permitido descubrir. Cuando los veo, me imagino como deben haber surcado estas aguas, con que desplante, y ahora solo quedan restos de maquinaria, quizás de dos o tres embarcaciones, ya son solo viejos fierros cubiertos por vida marina, hogar de pequeños crustáceos en estos momentos. Esos naufragios son como lo que fue estar con ella, los restos de algo de bello que quisiera reflotar aunque suene imposible, para sentir sus manos y sus caricias, en aquel amor que fue y que espero no haya naufragado por completo.   Se me acaba el tiempo y asciendo, muy lentamente, con calma, mi equipo me indica la presión parcial del gas.....termino complejo pero que marca la vida o la muerte de un buzo, si sabemos que somos algo pasajero en esta vida, es por ello que con estas maquinas vamos lejos para poder ver más allá del horizonte y ojalá de nuestros sueños......así como tengo la esperanza de reflotar esa amor naufragado. 


Daniel Malfanti

martes, 9 de febrero de 2016

Escribiendo al atardecer de un día cualquiera.


Ya atardece, el sol va cayendo y siendo absorbido por el mar, pintando el cielo de esa naranjo especial, como el que tengo en mi jardín, no son grandes la naranjillas o como se llamen, pero son sabrosas al comerlas y extraerles ese jugo que poseen, que deja mis manos sucias cada vez que las despojo de la cascara, la cual dejo caer en el patio sin contemplación esperando que el tiempo las pudra y las transforme en alimento para la tierra. Quizás sea una torpeza de mi parte, pero me siento feliz con ello.
Quiero cerrar el día, pero no dejo de pensar en una carta que leí, donde el rencor y el odio era su profunda expresión, intentando ocultarla con quejas y comentarios banales, muchos de ellos carentes de verdad.  Pero lo importante no son las letras ni las comas ni los puntos, si no lo que expresa. 


Cuando hoy ordenaba mi mal trecho jardín, después de casi cuatro años de abandono producto de estar tanto tiempo en el mar, pude ver que un sector una bellas flores nacen y crecen con tal majestuosidad, que solo basto un pequeño corte de malezas para que con el sol simplemente iluminen el jardín. Es esta relación con esta flor, la que siento en esa carta, una flor abandonada y perdida, que sintió la soledad con tal fuerza que marchito.  Por culpa de no cuidarla, se cubrió de tal manera que no vio el sol y con ello se quebró y seco; y uno que debía cuidar esa flor la perdió.  Hoy solo expresa con sus espinas el dolor que cobijo, no hay razones que la hagan comprender el abandono, no hay causales que justifiquen la sequedad de ese jardín, no hay motivo alguno. 

Por eso al mirar desde mi terraza lo verde que sale ahora desde la tierra, y los brotes de colores de las pocas flores junto a mis pocos frutales, veo como esas letras en el fondo de esa carta tienen un dejo de verdad, una flor no puede brillar y vivir sin un buen jardinero, y este no puede existir sin un jardín. Por eso cuando no hay esa unión se transforma en un lobo de estepas desiertas y solitarias, no por ello sin sentimientos, pero si errante y sin ganas probables de quedarse en un jardín.

Ya el sol no calienta y la brisa es fría, pero escucho el cantar de las aves, algo fuerte por su cercanía quizás o porque el silencio resalta ese dulce cantar. Que más da, esa carta de odio y tristeza, ha llegado fuerte y hondo, no por lo que dice, si no por lo que se siente al leerla. 
La brisa calmo, como la inquietud bajo, el jardín cobija mi mirada pues no puedo permitir que vuelva a desaparecer en el abandono, aunque deambule como lobo.


Daniel Malfanti

domingo, 7 de febrero de 2016

Naufragios.






Muchas veces me han preguntado por que internarse en la oscuridad de nuestras aguas en busca de esos maderos o fierros abandonados hace años, que se esparcen en la arena o son tapadas por ella, muchas veces en un medio ambiente peligroso, o más allá de lo que el sentimiento de nuestra vida nos puede dar. Ir tras ellos, su historia, sus dramas y sus restos sin duda es algo que llevo a fuego grabado en mi alma, describir lo que siento al sumergirme, al sector la soledad de ese descenso, al morder una vez tras otras el fracaso de no encontrarlo, hasta la alegría que siento de poder hallarlo y tocar ese resto de nuestra historia, sentir esas almas que corrieron por ellos en su última singladura han transformado en estas búsquedas en parte de mi ser.  

Me críe junto al mar, entre muelles, barcos pesqueros, historias de mar, y sobre todo con un Padre que a pesar de que no sabia navegar amaba el mar con tan fuerza como lo fue mi abuelo y mis antepasados, que paso su vida dirigiendo y organizando a esos barcos de pesca que se internaban en el mar en busca del sustento para sus familias, cuantos de ellos no llegaron a a puerto, cuantos esposas lloraron a sus maridos, cuantos niños y niñas quedaron mirando al mar como su Padre, esperando ese retorno a casa que nunca llegaría, o esa madre que vio en su hijo el fruto de su vida, pero que al caminar por esas maderas corroídas por temporales y mal tiempo espero incansablemente noticias de su hijo, sabiendo en el fondo del corazón que descansaba en el fondo del mar en una navegación eterna. 

Si, el mar probablemente el más fuerte de nuestros compañeros en este planeta que habitamos, por lo mismo son pocos lo que entregan su vida a navegarlo, y aún menos los que se adentran en sus profundidades, no soy quién para decir lo que siento en el alma cuando me sumerjo, pero si puedo decir que cuando encuentro una parte de esa historia mi corazón late con tal fuerza como si no hubiera tormenta perfecta capaz de detenerme. 

Naufragios, viejos maderos, viejos fierros, restos de nuestra historia, son los restos de historias de hombres y mujeres valientes que en algún momento debieron surcar esas aguas en busca de mejores destinos, llevar cargas vitales, defender la patria o simplemente el placer de ser diferente, esconden en ellos los más fascinantes sueños que espero descubrir. 
Naufragios son la mayor aventura de mi vida, se las comparto con pasión y ganas de descubrir un mundo perdido lleno de misterios y leyendas.
Buen día.

Daniel Malfanti

viernes, 5 de febrero de 2016

Un limon, un recuerdo y una noche.

Cuando miro balancearse el limón de mi casa, siento la nostalgia de haberlo sembrado sobre arena de duna, esa tierra infertil, que donde das dos pasos retrocedes uno, donde tus piernas se consumen en el agotamiento. Pero hoy se balancea con tan fuerza, que pareciera ser indestructible, como el mejor hierro forjado o como el granito prensado por miles de años bajo la tierra. Creció en lo imposible, como el beso de ella aquel día de verano, bajo ese fuerte sol a orillas del mar, que mezclado con la sal lo transforman en un recuerdo imborrable, que quedo grabado en el alma.   

Solo vestía un delgado y ajustado vestido, dejando apreciar las lineas de su figura, como la flor más suave y tierna del jardín, sonreía con cierta tímides, que llamaba la atención, ya tenía sus años para ello. Ahora el viento este golpea un poco más fuerte mis limones, pareciera que alguno caera, pero aún no están tan amarillos como para ello es lo que creo, pero aún así su sabor es tan agradable que al mezclarlos con agua y hielo se transforman en la más exquisita bebida en un día de calor y sol. Ya cae el sol, y el viento sigue, la Luna no esta, y el mar a lo lejos se ve  espumoso por el viento constante, como ese día que viajaba junto a ella a orillas del mar, que pequeño auto, su gris los hacía desvanecerse en la carretera, como para no ser visto, quizás reflejaba la timidez de quién lo conducía, pero a que a minuto no paraba de conversar, tanto en común....... su mirada se perdía, la mía no dejaba de ver sus labios moverse, como dos deliciosas fresas que uno quiera saborear.
Es extraña esta noche pues veo el mar a lo lejos, como si fuera un cuadro de la más grande oscuridad, pero la espuma de las marejadas brillan como la sonrisa de ella al caminar cerca de la playa, miro a derecha y esta mi limonero, que brilla por las gotas de agua que lo cubren al recibir su ración de agua diaria, en eso veo un limón en el pasto, desciendo por él, como aquel día que mi mano bajaba por su espalda mientras sus manos me abrazaban, nuestras caras se acercaban...cerca...cada vez más cerca..... camino por el prado húmedo por el rocío de la noche y el agua de riego, lo tomo.........Aquel día mis brazos la cubrieron y las de ella me abrazaron.......y.........parto el limón lo coloco en el vaso, que ya  tenía agua y hielo........ que delicioso sabor..........me acompaña esta noche, como aquel día que junto a ella nos..........

Daniel Malfanti.



lunes, 1 de febrero de 2016

El duelo

Aquella noche ya era tarde, muy tarde, la música había llegado a su fin, después de una larga jornada de bailes......en esa época que existían lentos, si esos bailes en los cuales después de un largo cortejo y buena fortuna podías bailar pegado a ella, con la esperanza de conocerla y conversar de algo más..... y porque no.....besarse largamente en la oscuridad del baile.... que tiempos aquellos. 

Ya la había dejado en su casa, la había llevado en mi chevy del año 82, café como las arenas del desierto que me acompañaba como fiel compañero. Aquellos años eran difíciles, la noche no era buena compañía muchas veces, pero era el camino necesario para conocer. Ya volvía a donde alojaba en la oscuridad de la noche, en calles solitarias y algo húmedas por la brisa marina, solo me acompaña un auto, algo atrasado con respecto a mi. En cada semáforo se detenía unos metros atrás, yo doblaba y el auto doblaba solo unos segundos después, mi mirada se centro en el espejo retrovisor y los laterales, nada extraño además de ese auto con varias sombras adentro. 




Coloco la mano fuerte en la palanca de cambios y acelero un poco, solo justo, este otro hace lo mismo, ya no iré a casa, no los llevare a donde vivo.  Coloco la mano en mi fiel compañera, que sea años atrás en una pelea de bar, su filo sabía de pelear. Tomo la calle principal de mi ciudad, buscando como sacarlos, pero mi fiel chevy no tiene la potencia necesaria, me siguen de cerca, recuerdo unas calles pequeñas y oscuras, al llegar a la esquina engancho el motor, coloco freno de mano y el auto gira en 90 grados como si fuera una carrera....así como lo hacía con Claudio por esos años en el Sur, donde dominar el auto en el barro y los caminos malos era parte de la vida y del camino a la adultos    

 Avanzo unos metros y estos giran, por más que mi pie llega al fondo apretando el pedal del acelerador no puedo sacármelos, no hay tiempo de pensar solo actuar, solo tres cuadras más allá, giro nuevamente a la derecha, la calle esta oscura muy oscura como lo deseaba, engancho y acelero pero antes de llegar a la esquina quiebro la dirección y el chevy gira en 180 grados con tal violencia y rapidez que el sonido parece un rayo en el silencio de esa calle...... apago las luces.....y rápidamente me coloco el cinturón de seguridad.....si en mi época no se usaban.......mi corazón late, mi mano suda en la palanca de cambios, mi pie izquierdo apretando el embrague lo hunde con tal fuerza que pareciera que quebrare el piso del auto, mi pie derecho como una pluma toca el acelerador, mi ojos solo ven el camino, mi chevy esta al centro, no hay izquierda ni derecha, mis pensamientos son cortos, solo recuerdan sus ojos, sus besos, y su cuerpo mover al son de la música, hay un motivo para volver..... no importa que este por delante pasare sobre ellos como un huracán para ir a verla y besarla con pasión......el tiempo se hace eterno, pero solo son dos o tres segundos.... que más que eso....... aparecen las luces por la calle que venía....frenan y miran en mi dirección, esta claro que no me ven, el café de mi chevy y la oscuridad de la noche me ocultan.... doblan a la derecha.....
mi cuerpo exhala, se contrae, mis mano apretar el manubrio con tal fuerza que pareciera quebrarlo, mi pie izquierdo suelta el embrague, el derecho hunde el acelerador.......mi mano derecha con fuerza y delicadeza mueve la aplanada de piso hacia la primera, enciendo las luces y mi chevy salta hacia adelante.....luces contra luces marcando el destino de la colisión inmininte... los neumáticos queman el piso, en eso distingo algo del color del otro auto, de un color suave, solo unos pocos metros nos separan....el acelera y quiebra la dirección a la derecha, solo centímetros nos separan mi pie sigue al fondo, ya la segunda esta puesta.....su auto en una rápida movida se incrusta con lo que encuentra en la vereda, paso solo a un par de centímetros de de su costado trasero...veo las sombras al interior, eran tres y se retuercen al interior como hielos en una coctelera, coloco tercera y me pierdo por las calles en la penumbra de la noche...........ya no hay rastros de ellos....  pasaría la noche en cercanías del mar lejos de todo, en un lugar que pudiera dominar, y donde el reflejo de las estrellas me permitiera soñar en su tierna mirada.

Daniel Malfanti

Streets of Fire
                          







domingo, 31 de enero de 2016

Muy tarde para un beso.

En aquellos años los domingos eran muy especiales para mi, la veía a ella con sus ojos fuertes, su tez suave como la seda y sus palabras dulces como la más tierna flor de primavera, eran la tónica de esos días que ansiaba cada semana. 


Ir a buscar a mi mejor amigo a donde alojaba para irnos a la Escuela, eran lo que más añoraba, el alojaba en casa de tres bellas hermanas.   Y yo un lobo esterpario que no buscaba nada más que mi propio ser, no dudaba en ir cada día a la casa de quién de a poco me hacía latir ocultamente, aunque mi cuerpo no lo quisiera demostrar, pero cada día que iba me adelantaba cada día más solo para verla a ella con la excusa de ir a buscar a mi carreta, y así buscar entrelazar con ella esas palabras que me encantaban y ver esos dulces labios moverse, como si en cada movimiento me atraparan en un sueño eterno. 

Cada domingo los añoraba, llegar a ese pasaje de casas antiguas y colores suaves, ocultas del sol gran parte del año, pero no lo necesitaban, pues con el brillo de sus ojos iluminaba todo el vecindario..... el tiempo pasaba como inexorablemente caen las hojas de un árbol en otoño.  
Conversaciones y sonrisas intercambiamos una y otra vez, yo en silencio miraba su sonrisa y sus labios y su dulce figura, como deseaba besarla y abrazarla, pero mi interior me lo impedía, no podía pensar en siquiera en ver una lagrima en sus ojos...... yo no sabía cuanto me quedaba, cuanto más mi vida duraría, mi espíritu salvaje no me permitía ver a la flor más bella sufrir.... no podía dejar de desear besarla y decirle lo que sentía por ella, pero mi cuerpo no quería dañarla.... me consumi de a poco...... como una leña en una fogata....de a poco me aleje tanto como pude.  

Ya no hubieron conversaciones ni menos ver el brillo de sus ojos, el destino nos mantuvo cerca, pero yo me mantuve huyendo de ella, como si ese beso que añoraba, en el fondo no lo deseaba dar.  No podía pensar en lagrimas en sus ojos.......Me aleje tanto, que pasaron varios otoños sin ver su sonrisa, en los cuales  divagué por la vida como un errante...... cuando regrese de mi viaje, nada sería lo mismo. No habría beso, no habrían conversaciones, no habría un abrazo soñado........ era tarde, muy tarde ella ahora brillaba en el cielo, era quizás una de esas estrellas que iluminan el camino para un ser errante......quizás muchas veces ilumino el mío cuando he estado perdido .......ya no habría beso..... solo sueños y añoranzas de lo que fue y pudo haber sido.  
Nunca te di ese beso, llegue muy tarde para ti Carolina. 

Daniel Malfanti

viernes, 29 de enero de 2016

Amaneciendo






Que ganas de haber despertado sintiendo tus besos en mi cuerpo.............sentir tu piel junto a la mía.....tus besos bajando por mi cuello......tus manos tocando mi espalda...........
nuestros cuerpos algo acalorados........y sudorosos por una noche de placer prohibido.........por caricias indebidas........si, tu piel y la mía fundidas en el deseo más intimo de la vida.....la lujuria. 


Daniel Malfanti