domingo, 17 de julio de 2016

Recuerdos a orillas del mar.


Hay una suave brisa con un cielo cubierto, de fondo el cantar de las aves en un nuevo día, el mar ruge rompiendo en las rocas con tal fuerza que las piedras en arena convierte. Mientras sus ojos lo miran, como si a cada golpe de ola su alma en ella estuviera, sus pies se hunden en la arena ya no un ritmo de antaño si no como un animal herido, no por una batalla si no por cientos de ellas. Cada cierto tiempo sus ojos enrojecen y humedecen, como si con ello recordara algún momento de su vida.  Que vida aquella, mientras otros al sonido de la música cantaban y bailaban, el se debatía en una cumbre junto a Jaime, la sed los consumía y el cansancio les partía el cuerpo como esa ola al golpear las rocas. A mitad de camino Jaime cae, su cuerpo no da más, él no esta mejor, lo tiende en la ladera cubierta de escoria de un color gris, hay una sensación de frío aquella tarde, sus manos toman a su compañero lo acomodan, como un hermano, su cuerpo herido quiere igualmente caer, pero no puede. De su vieja mochila, que carga como si fuera parte de extrae una carpa, de esas que cada daño que tienen hablan de una vida de desventurada pero llena de pasión.Sus manos heridas la acomodan en la ladera, cada piedra sirve, el sudor cae y baña sus manos, sus ojos solo miran lo que debe hacer, no ven el azul infinito que los rodea, el majestuoso lago que se retrata al fondo y más abajo, ni parecen apreciar el Cóndor que majestuosamente los observa desde el aire. Se mueve rápido, ya la arma y en segundos saca de su compañero el saco, algo sencillo pero útil para ese día, como puede lo coloca adentro, así mismo con las escasas fuerzas hace lo mismo con su amigo, lo protege al interior y lo abriga.  Su cuerpo late muy fuerte y el de su compañero muy despacio, se sienta, saca de sus cosas una lata y un bracero, allí la calienta por un tiempo, que no mide pero que le permite mirar a su alrededor, sabe que están solos, muy solos. Ya hierve, con cuidado levanta la cabeza de él, le da comida como un bebe, cucharada tras cucharada pero su cuerpo come pero sus ojos no se abren, así  hasta vaciar la lata. Ya no da más, su cuerpo simplemente cae en la arena y el de su compañero en la carpa. La noche los cubre, su cuerpo esta muy cansado para sentir frío o cansancio, simplemente reposa en la ladera inerte, pero con vida. La noche parece ser larga, pero el sol llega como la calma precede al temporal.   Siente en sus labios, el sabor caliente de una sopa, una mano que toma su cabeza y su cuerpo protegido del frío, su compañero recuperado lo a cobijado como su hermano.  El frío y el cansancio se acabaron, sus equipos en la espalda nuevamente están y ahora cada paso en el costado de esa montaña es para seguir subiendo.
Sus ojos seca, su cuerpo ya no es el mismo, pero su alma no ha cambiado solo se ha adaptado. El viento aumenta y las olas mas fuerte golpean, el mira no con preocupación, si no como un lobo que ve como ir a través de la tormenta.

lunes, 4 de julio de 2016

La vida y una hoja.



Mientras observo el árbol de la entrada de mi casa, y recuerdo la conversación con mi hija, no dejo de pensar en la vida. Ya ha pasado el otoño, pero aún hay unas pocas hojas que no han caído, en eso una que quedaba en la parte superior se desprende, cae suavemente en un vaivén, que golpea ramas y una que otra hoja, así desciende como el reflejo de la vida, con golpes suaves y otros fuertes, a veces descendiendo perfectamente otras no tanto, desprende algunos pedazos al golpearse, como lo es la vida al dañarse o perder algo, el viento la mueve como si la quisiera alejar del tronco, como la separación de la familia en busca de un nuevo destino. La lleva por la arena, por los prados hasta un pequeño árbol donde arrima, seguramente se pudrirá y convertirá en abono para ese otro árbol, así como la enseñanza que le dejamos a nuestros hijos e hijas y seres queridos. Se transmite la vida en pequeño gestos y actitudes, y al ver la rama del árbol me doy cuenta que me cuesta distinguir de donde venía aquella hoja, así veo que aunque creamos que somos importantes en la vida debemos ser humildes, pues probablemente no fuimos tanto creímos. Si no, que fuimos parte del proceso de la vida como todo el resto y finalmente nos descompondremos como todos, para dar energía a las futuras generaciones.
Esa simple hoja, que algún día tuvo verde intenso y fue flexible como una pluma, hoy es de color café y quebradiza, no es que no sirva, pero ya cumplió su vida y da espacio a nuevas hojas en el árbol de la vida.


Buen día a todos.

por Daniel Malfanti.

viernes, 1 de julio de 2016

Letras, palabras y escritos




Letras, palabras, escritos y oraciones, leo y observo, me imagino tus manos tecleando cada una de ellas y tu sonrisa como si con ello fueras a dañarme, letras que solo demuestras que nunca me conociste y nunca me has conocido, escribes desde la más completa ignorancia, opinando con tal liviandad que tus palabras flotan sin necesidad de una brisa calma, ligeras y sin contenido, como si fueran una pluma sin tinta......nada que puedan dejar en el papel y que con el paso del sol se evaporen y este quede limpio como si nada los grabara.  Es más, en la soledad donde hay tiempo de armonía y relajo no existe un momento en que vengas a mi mente, es como si nunca exististe, algo vacío y sin contenido....cada palabra tuya busca daño y desprecio, como si lograr destruirme fuera una victoria....que distintos somos y fuimos, mientras tu buscas eso y quién sabe que más, yo busco la paz y el futuro, un camino turbulento quizás, pero digno de ser contado, no por intentar destruir a alguien o algo, si no por edificar donde nadie pudo.

Ante tus palabras, no tomo más que momentos de libertad de pensamiento, mirar donde nadie a mirado, y sentir donde nadie a sentido, como un beso inesperado o una caricia desprevenida, o simplemente ver como una hoja desprendida de un árbol cae con tal liviandad que siento estar en el mar, en mi último buceo esperando que la vista se nuble tras el último suspiro. Así descansar, aunque sea un momento antes de partir a una nueva aventura.
por Daniel Malfanti.