lunes, 4 de julio de 2016

La vida y una hoja.



Mientras observo el árbol de la entrada de mi casa, y recuerdo la conversación con mi hija, no dejo de pensar en la vida. Ya ha pasado el otoño, pero aún hay unas pocas hojas que no han caído, en eso una que quedaba en la parte superior se desprende, cae suavemente en un vaivén, que golpea ramas y una que otra hoja, así desciende como el reflejo de la vida, con golpes suaves y otros fuertes, a veces descendiendo perfectamente otras no tanto, desprende algunos pedazos al golpearse, como lo es la vida al dañarse o perder algo, el viento la mueve como si la quisiera alejar del tronco, como la separación de la familia en busca de un nuevo destino. La lleva por la arena, por los prados hasta un pequeño árbol donde arrima, seguramente se pudrirá y convertirá en abono para ese otro árbol, así como la enseñanza que le dejamos a nuestros hijos e hijas y seres queridos. Se transmite la vida en pequeño gestos y actitudes, y al ver la rama del árbol me doy cuenta que me cuesta distinguir de donde venía aquella hoja, así veo que aunque creamos que somos importantes en la vida debemos ser humildes, pues probablemente no fuimos tanto creímos. Si no, que fuimos parte del proceso de la vida como todo el resto y finalmente nos descompondremos como todos, para dar energía a las futuras generaciones.
Esa simple hoja, que algún día tuvo verde intenso y fue flexible como una pluma, hoy es de color café y quebradiza, no es que no sirva, pero ya cumplió su vida y da espacio a nuevas hojas en el árbol de la vida.


Buen día a todos.

por Daniel Malfanti.

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