sobre una seda roja,
al atardecer de un día cualquiera,
el cual es soló perturbado por una brisa suave,
que te hace soñar en aquellas letras que desnudaron en aquel momento tu alma.
Letras carentes de tacto, pero tan fuertes como una tormenta,
que ha medida que las leías,
desprendían tu ropa,
dejando tu piel desnuda y deseosa de él.
Fueron escritas sobre un añejo papel,
con alguna pluma antigua,
con tinta azul como el mar infinito,
y con tanta pasión que la firma era de un rojo intenso.
Por ello, sientes en cada letra un beso que recorre cada rincón de tu piel,
acompañados de esa brisa salina que eriza tu piel,
mientras tus manos recorren tu cuerpo como si fueran las de él,
te retuerces lentamente mientras tus labios dejan escapar un suspiro.
La seda roja se confunde con tu cuerpo,
mientras el Sol desaparece en un cielo anaranjado,
tus ojos se pierden en el infinito,
mientras esas letras añejas se funden en tu piel.
Daniel Malfanti
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